El grupo de Romeo Santos se impone a las restricciones de sonido del Bernabéu y se enlaza con su público madrileño en un baile de caricias caribeñas y recuerdos de la juventud que fue Salvo arritmias crónicas, resultaría inconcebible que el gusanillo de la bachata no le picase con su ritmo de clase de baile para mujeres cincuentonas. De súbito, este sábado se apoderó de los pies el compás y tempo que marcaron los bongos y, en caso de pericia, la cintura y la cadera se trenzaron en movimientos casi marítimos, navegando al ritmo de la sensualidad que transmitieron anoche en el Santiago Bernabéu Aventura, los Backstreet Boys de la bachata.
«Bienvenidos al mundo de Aventura», exclamó Romeo Santos, líder indiscutible de la boy band bachatera, antes de adentrar a un público mayoritariamente latino en un universo de amor y desamor, de promesas incandescentes, de recuerdos indelebles. Sus aventureros, así los llaman, se entregaron sin dejar una sola letra por cantar, haciendo temblar los cimientos del estadio al son de Los infieles, El perdedor, Yo quisiera amarla… Un repaso de toda su discografía que hace pensar que merece la pena sumarse a sus más de 21 millones de oyentes en Spotify. O apuntarse a Zumba, lo mismo da.
Entre canciones hubo tiempo para trastadas coquetonas de una banda ya eterna. Debutaron en 1999, pero su estallido no se dio hasta 2002, cuando lanzaron su segundo álbum: We broke the rules. Éste incluye el tema Obsesión, convertido ya en un himno generacional que obtuvo una gran repercusión: alcanzó la cima de listas mundiales. La forma en que la cantó el Bernabéu no dejó lugar a dudas.